VENECIUELA MATRÍZ DE LA HISTORIA UNIVERSAL
DEDICATORIA
Primeramente a la verdad, a la responsabilidad y la libertad. A la justicia, a la paz y la seguridad. A la reintegración homologada de toda la humanidad.
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PRÓLOGO
En contadas ocasiones podemos ubicarnos frente a un literato de clara consciencia investigativa y en quien es perceptible un alto grado de sensibilidad social. Dada la compleja materia que es tratada en esta excepcional obra, es apropiado resaltar que el bien común y el compartir los conocimientos, fruto de profundas investigaciones a diversos ámbitos, son guía permanente en el espíritu altruista de su joven autor Lucas J. Blanco Acosta.
La impresionante versatilidad en el manejo del material disponible, al igual que la sencillez descriptiva, proyectan un impecable trabajo en el que ilustraciones y narrativas, evocan los momentos vividos por los históricos protagonistas de los hechos rememorados. Más aún, el lector podrá sentirse transportado a los reales acontecimientos de épocas remotas y equipararlas con la Era en que vivimos.
Es suficiente acometer el orden cronológico en que Blanco Acosta desarrolla el contexto de VENECIUELA, MATRÍZ DE LA HISTORIA UNIVERSAL, para reconocer que cada testimonio es convergente a los enunciados de la Santa Biblia en comparecencia con el inexorable avance de la Ciencia. Ello, sin dejar de lado el sortilegio e influencia griego y en el Occidente de nuestro propio país, del gran estratega Diao Manaure.
No cabe la menor duda que VENECIUELA, MATRÍZ DE LA HISTORIA UNIVERSAL, como resultado del tesón y el ahínco de Lucas J. Blanco Acosta, pasa a convertirse en lo que algunos especialistas podrían clasificar, sencillamente, de material didáctico y fundamental en el proceso investigativo, que, indudablemente habrán de fijarse las venideras generaciones.
Nada de extraño tiene el que los hijos de la hermosa Península de Paraguaná, punto de partida para el inicio de indagaciones y estudios, se unan en una alianza de agradecimiento y reflexión, con sus congéneres de las latitudes ahora tan distantes, pero de insospechables similitudes en sus formas de vida y hasta tradiciones, como lo muestra el autor.
Marcos Tulio Villarreal Pérez
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AGRADECIMIENTO
Primeramente al Espíritu Santo de Dios, que es Quién revela todas las cosas.
A todo el personal de la biblioteca pública Ramón Ruiz Polanco de Punto Fijo, de igual modo al de la universidad Abierta en Zarabón, Maraven, la biblioteca pública Dr. Tulio Arends Wever y a la biblioteca pública Faustino López Polanco del Concejo Legislativo en Coro.
Así también al personal de Imparques, custodios y guías del Cerro Santa Ana, especialmente al ingeniero Carlos Luis Valerio, a José Padilla, a Pedro Alcalá y Alberto Antonio Nuñez.
Al licenciado Marcos Tulio Villarreal Pérez, periodista y especialista en noticias internacionales, quien estilizó el presente texto; también al artista plástico Jesús Manaure, ambos, testigos y consejeros de primera línea en el presente trabajo. A Santiago Manaure por su disposición desinteresada y excelente guía; a Lino Manaure e Israel Méndez y a Doña Teresa García de Méndez en Misaray, quienes igualmente me ayudaron y orientaron en la comunidad adyacente a la parte oriental del Cerro Santa Ana.
A los diversos medios de comunicación y sitios Web; a sus gentiles comunicadores, a quienes han difundido los diferentes resúmenes que preceden la presente obra.
Al Ingeniero Daniel G. Rodrigues C. Gerente Web Master de Tecno-Soluciones C.A. Por sus invaluables servicios prestados a nuestra página Web: www.cronicabiblica.com.
A los diversos autores de textos afines que, con deferencia nos han proporcionado información bibliográfica valiosa.
A los directores del Centro de Rehabilitación Oasis de Paraguaná, Jesús Gregorio López y Juan Carlos Villalba. Por su apoyo moral y espiritual continuo.
A mi esposa, Mary Revilla de Blanco, por las transcripciones de textos al PC; a Yamnery Molina Díaz, por su incondicional disposición y multiplicidad de labores realizadas en la presente investigación; a mis amantísimos hijos, Priscila y Eduardo, por sus intervenciones y asesoramientos técnicos en el arreglo del presente texto. A mi hermano, el ingeniero Jesús A. Blanco Acosta y Rubén Darío Cabrera, por el intercambio de ideas.
A mi amigo Juvenal Graterol (Juan Felino) y a su esposa Ramona Higuera de Graterol y su hijo Arnoldo, por quienes profeso un gran respeto y admiración, a ellos y a todos los miembros de ASOPOSA, mis coadjutores y amigos, que como águilas de la poesía indócil, constantemente inspiran la búsqueda de la verdad auténtica.
A todos ellos, les ofrendo mi mejor reconocimiento y gratitud.
Lucas J. Blanco Acosta
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INTRODUCCIÓN
El dilema más trascendental del hombre, siempre ha sido: Si él es producto de un proceso evolutivo o de uno creativo, también, si es él, fruto de la ciencia o de la fe. Si su origen es solo producto de la ciencia, ésta, aún no ha tenido la suficiente madurez como para explicar tantos enigmas históricos, principalmente, el de la involución humana. Situación que se demuestra con la imposibilidad de la tecnología actual de emular o por lo menos explicar el origen y la manera como fueron construidos y aún permanecen, tantos vestigios, mudos testigos de un pasado eminente. A pesar de los recursos que permiten los conocimientos actuales, es evidente la imposibilidad en el presente de competir con las grandes construcciones de la antigüedad.
Lamentablemente, los que profesamos la fe cristiana tampoco lo hemos logrado, porque en ambos casos hemos fallado en torno la identificación de Dios. En el principio Él declara, que hace al hombre a su imagen y semejanza y en el transcurso de toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, Él mismo se identifica como: “EL QUE ERA”, “EL YO SOY” y “EL QUE HA DE SER”. Se iguala con el tiempo. Es decir, el pasado, el presente y el futuro.
Si nosotros no nos identificamos con estos parámetros, afines a nuestra naturaleza, jamás lograremos comprender nuestra identidad, ni la de nuestro Dios. Mucho menos dar respuestas racionales a tantos misterios de nuestro pasado antiquísimo. Por muchos años he venido afirmando que la fe o la verdad absoluta, no le debe temer a la comprobación de la ciencia, ni tampoco a la dialéctica del humanismo. Porque estos últimos son evolutivos y finalmente darán con la verdad. Dios es la verdad. . .!
Expertos reunidos por la UNESCO, el 18 de agosto de 1964, en Moscú, llegan unánimemente a varios acuerdos, sobre los aspectos biológicos, la cuestión racial y la procedencia humana.
Entre otras cosas acordaron:
“1. Todos los seres humanos hoy vivientes pertenecen a una misma especie llamada homo sapiens y proceden de un mismo tronco. La cuestión de cómo y cuándo se han ido diversificando los diversos grupos humanos sigue siendo controvertible.
“2. Las diferencias biológicas entre los seres humanos están determinadas por diferencias de constitución hereditaria y por la acción del medio sobre el potencial genético. La mayoría de ellas se deben a la interacción de esas dos clases de factores.”
También acordaron:
“5. Basado en los rasgos físicos hereditarios, se han propuesto diversas subdivisiones de la humanidad en grandes grupos étnicos y, a su vez, cada uno de éstos en categorías más restringidas (las razas, que son grupos de poblaciones o incluso las poblaciones). Casi todas las clasificaciones reconocen, por lo menos tres grandes grupos étnicos. Como la variación geográfica de los caracteres empleados en las clasificaciones raciales es muy compleja, y no presenta ninguna discontinuidad importante, tales clasificaciones, cualesquiera que sean, no pueden aspirar a dividir a la humanidad en categorías rigurosamente distintas; además, dada la complejidad de la historia humana, resulta difícil precisar el lugar que deben ocupar ciertos grupos en una clasificación racial.”
Este acuerdo oficial de la UNESCO, se suma a todos los factores comunes que coexisten entre las distintas culturas en los diversos continentes. Similitudes culturales que se palpan más en las abundantes semejanzas de las diversas construcciones, como las de forma piramidal o cónica, en la culturas Maya, Inca, Egipcia, Hindú, China, Árabe, Rusa, Africana, etcétera. Similitudes evidentes, se localizan aún en las obras más arcaicas, como son los motivos de espirales en los petroglifos. El encadenamiento de todos estos elementos, proponen la existencia de una sucesión genealógica de la humanidad.
Siempre se ha tenido por imposible tan magno emprendimiento, por el desorden y enorme cantidad de información y la dificultad de procesarla. Ahora para esclarecer esta sucesión genealógica en la historia universal o establecer un árbol genealógico de la humanidad, es necesaria la intersección de todos los aportes de las distintas culturas. Para interpretar lo más confuso de esta complicación original, es preciso que en el caos de indagación de las referencias antiguas, en el que nos desenvolveremos, seleccionemos entre las fuentes antagónicas, lo más anuente y reincidente, y así vislumbrar desde tales columnas armonizadas, las posteriores orientaciones que conformarán el boceto inicial de este árbol genealógico de la humanidad.
El método investigativo que emplearemos en este trabajo, vale para cualquier tesis engorrosa y promete ser muy productivo. Habituarse a su aplicación sucesiva, induce a atinar. Caso contrario, se promueve más discusión, tiempo y distorsión. Acometeremos la presente investigación mediante un método cualitativo. El, nos llevará a la veracidad, a través de la selección e intersección de testimonios históricos, cronológicos, filológicos, astronómicos, arqueológicos, geológicos y geográficos, que estructuran la historia universal diversa.
Esta clasificación tiene como propósito, integrar todas las historias. Es decir, buscaremos primero y paulatinamente, dos o tres fuentes históricas, ampliamente reconocidas, muy antiguas y contrapuestas, pero con paralelismos incuestionables, aceptados por la mayoría de sus intérpretes. Sus semejanzas vendrán a convertirse progresivamente en nuestras columnas o verdades irrefutables, que despejarán y ubicarán en el tiempo y el espacio, todos los demás alegatos periféricos, que tenemos hoy de las diferentes investigaciones.
El desenlace u orden final, producto de este método investigativo, debe develar enigmas, que concuerden con los demás misterios irresueltos y se obliga, al engranaje con el exceso de información expectante. Finalmente, así develaremos la imagen admirable del árbol genealógico de la humanidad.
Considero que una primera candidata para explotar como fuente histórica, debe ser la Biblia, especialmente, el Antiguo Testamento, utilizado y respetado por judíos, cristianos y musulmanes. Además, el testimonio bíblico se ha venido corroborando y acreditando a través del tiempo y el avance de la ciencia, situación bienaventurada que no han tenido la mayoría de libros antiguos y aún modernos, declarados constantemente obsoletos por sus incongruencias científicas actuales. Algunos de estos, en determinadas épocas descalificaron la Biblia, pero invariablemente a ella, el tiempo y la ciencia, la ratifican cada vez más. Por eso, indistintamente del credo del investigador, éste no debe dejar de tener a la Biblia, como una referencia histórica autorizante.
El segundo candidato es el conocimiento griego, por su inclinación a la perfección y la belleza, por su antigüedad y un sinfín de testimonios, confirmados hoy como ciencia, aportes que acreditan más este tipo de investigación, sobre todo por su disparidad con la cultura hebrea o bíblica. El tercero sería el Diao Manaure del Occidente de Venezuela, por la diversidad de testimonios arqueológicos, filológicos, toponímicos, culturales y geológicos; con sus paralelismos históricos, su segregación y semejanza geográfica y su contraste con las culturas antes mencionadas, aunque mas remotas. Ninguna vez por subestima sino por norma en este método investigativo, utilizaremos como complemento el conocimiento Maya y Babilónico y de igual modo, como adyacente, la historia antigua de otras culturas.
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