Si las verdaderas mujeres y hombres, siguen delegando y confiando a otros, este estamento, y no se involucran, ni intervienen directamente en él; la humanidad y su fe, terminarán perdiendo su genuina libertad; que es, la capacidad de su discernimiento; con ello, la razón de ser de su responsabilidad; su limen y esperanza, su semejanza divina.
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